Infraestructura y Remozamiento

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Privados de libertad en busca de la reinserción social.

POR OLMEDO URBAEZ
SAN CRISTOBAL.


Najayo Mujeres
12, 358 privados de libertad participaron en programas de educación primaria, secundaria, superior y técnica en este último año.

La reintegración a la sociedad de una persona que ha permanecido durante años en una cárcel cumpliendo una condena, representa un verdadero desafío, en especial cuando se trata de ciudadanos que han cometido los más espeluznantes delitos.

¿Cómo viven los privados de libertad en las cárceles del país el proceso de preparación para reincorporarse a la sociedad?

Viajamos a San Cristóbal donde se encuentra una de las cárceles más conocidas del territorio dominicano: el Centro de Corrección y Rehabilitación (CCR-2) Najayo Mujeres.

Allí, conviven cientos de privadas de libertad con historias marcadas por diferentes delitos.

“Estoy aquí por homicidio. Llegué a ese límite por no tener un buen consejo, ni un control en mi vida. Me arrepiento al máximo de haber cometido ese error porque yo no soy dueña de la vida, es el Señor (en referencia a Dios) y estoy muy arrepentida porque le quité la vida a una mujer”, manifestó a Panorama una de las internas del referido centro de corrección ubicado al sur del territorio dominicano.

¿Qué te llevó ahí?, se le pregunta.

“Los conflictos, los chismes, los problemas”, contesta.

Cuando recibiste la condena ¿qué pensaste?

“Muchas cosas, pensé que mi vida se había acabado, pensé en mis hijos, en mi madre que la había perdido en el proceso, me sentía acabada, que no había sentido para mi vida”, recuerda la señora quien fue condenada a 20 años de prisión de los cuales ha cumplido once.


En Najayo Mujeres hay 359 privadas de libertad por diferentes delitos; entre los más comunes se encuentra: el homicidio, droga, estafa y robo. Sin embargo, estar en la cárcel para muchos es un proceso de reflexión y superación personal.

“Yo llegué a este lugar estando en elevación. No sabía cómo era el mundo real, yo tenía mi vida descontrolada, actuaba de manera inconductual y tenía desconocimiento de Dios. Pude descubrir mi mala conducta a los dos años de estar aquí que fui traslada a un lugar por mala conducta; la directora poco a poco fue hablando conmigo y me fue dando la oportunidad de que recibiera el tratamiento del centro y lo que no habían podido lograr mis familiares conmigo, ellos lo lograron aquí”, relata a este medio otra privada de libertad.

La Constitución dominicana en su artículo 40, numeral 16, establece que la finalidad de la reclusión de la pena es la reeducación para la reinserción de la persona que estuvo en conflicto con la ley.

¿Se cumple este mandato? ¿qué hacen las autoridades en República Dominicana para lograr la reinserción social de los privados de libertad?

De acuerdo a cifras actualizadas, el sistema penitenciario del país cuenta con una población de 26,003 personas privadas de libertad, de estas 671 son femeninas y 1,796 extranjeros.


La entrada a la cárcel tiene sus reglas

El total de privados de libertad que hay en las cárceles del país, está distribuido en 44 centros penitenciarios.

“De estos, 19 corresponden al sistema viejo y doce son manejados por el Ejército de República Dominicana y los otros siete por la Policía, el restante es gerenciado por un cuerpo especializados de directores y un personal de seguridad que han sido formados para tratar a personas privadas de libertad”, precisa a Panorama el director de Prisiones, Roberto Hernández durante una visita a Najayo Mujeres.

La mayor cantidad de cárceles del país están ubicadas en la región norte donde hay 8,591 centros penitenciarios; el sur cuenta con 7,194; el Distrito Nacional con 5,307 y el este con 4,053, pero para entrar existen reglas.

Panorama entrevista a la directora de la cárcel Najayo Mujeres.

“Nosotros recibimos al interno cuando viene con una orden del tribunal, para recibirla lo primero que se hace es que se verifica que todos los documentos estén al día, que tenga su orden de prisión, luego hacemos un registro físico y de salud a la privada de libertad”, explica la directora de Najayo Mujeres, Keunis Álvarez Roa.

En caso de que la interna ingrese con alguna herida debe llevar una certificación que especifique porqué llegó con esas condiciones.

“De no tenerla, entonces desde donde la envían tienen la obligación de hacer ese levantamiento en un centro de salud para que nos certifique”, resalta.

De acuerdo al informe de Álvarez, cuando verifican que todo está en orden, los internos pasan al área de admisiones donde toman sus datos personales y familiares, evalúan su salud mental y nivel de escolaridad para determinar a cuáles actividades educativas se puede ingresar. Desde ese momento comienza el proceso de reinserción social.



Horario regimental: en el día a día no hay tiempo para el ocio

En algunas de las cárceles del país, como los centros reformados, los privados de libertad deben seguir un horario regimental, que se inicia a las 6 de la mañana, con el primer timbre del día. Este régimen se aplica en la cárcel de Najayo.

“Tocamos el timbre para que las internas se levanten a asearse, a limpiar sus áreas, a realizar sus testinos que son actividades que tienen programadas para que puedan realizarlas en diferentes áreas como limpieza de pasillo, de cocina y demás”, detalla la encargada.

A partir de las 7:30 u 8 de la mañana realizan un conteo para verificar por celdas que las internas estén todas y estén bien.

“Si alguna amaneció afectada de salud se aprovecha ese momento del conteo y se envía al área de salud para que el médico la verifique, si hay alguna que va para audiencia o a salir a un centro de salud fuera de aquí, se alista; luego de que pasa el conteo van al área de desayuno a donde vamos sacándolas por pabellones y en orden hacia el comedor, tan pronto termina un grupo, vuelve el otro”, indica Álvarez.

Una vez concluido el proceso de desayuno, pasan a las actividades diarias.

La Ley 113-21 en su artículo 4, establece que es un derecho de la persona privada de libertad participar en actividades educativas, culturales, deportivas y recreativas encaminadas a su desarrollo integral.

En ese sentido, la Dirección General de Servicios Penitenciarios y Correccionales en este año escolar 2023-2024, pudo integrar al Sistema Educativo a 5,667 privados de libertad de los diferentes centros de corrección a nivel nacional. Otros fueron incorporados a programas técnicos que, en su mayoría, imparte el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep).

“A la fecha he hecho más de 80 cursos, uno de ellos es “Dominicana se transforma”, trata de valores y de la palabra de Dios. También he aprendido a hacer uñas, bisutería, cojines, ropa tejidas, que tenemos la oportunidad de mandarla a la calle para venderla; hay muchas facilidades aquí, uno ha podido avanzar, no todo lo que hay aquí es malo, hay más cosas positivas que negativas siempre y cuando uno ponga de su parte”, confiesa una de las reclusas entrevistadas.

Al llegar el mediodía, Panorama aún se encuentra en la cárcel, a esta hora, todos los días, se suspenden las actividades para almorzar. Las internas van saliendo por pabellones para ocupar un lugar en la mesa del comedor. Todas visten poloshirt verde…, son las presas preventivas, una medida cautelar de carácter excepcional y provisional, que enfrenta una difícil realidad en las cárceles del país: su alta tasa.

“Esa matriz del 60/40 (60 preventivos y 40 condenados) ahora ha bajado un poco a un 58.6 versus la otra parte, pero se ha mantenido por más de 20 años en nuestro país, sin embargo, hay aspectos como la fluidez de los procesos interinstitucionales a los fines de trabajar con más celeridad esos casos, lo que ha permitido un ligero avance en los últimos dos años; la prisión ha estado disminuyendo, pero es necesario avanzar más, es correcto, hay mucho por hacer en el concepto de la mora judicial”, expresa convencido el director de Prisiones.

En la elaboración de la comida, participa un grupo selecto de internas, mientras otras organizan las mesas y sillas. El martes que Panorama visitó el referido recinto penitenciario, el menú servido a las reclusas en platos individuales, consistió en moro de guandules con carne de cerdo.

Después del almuerzo, las internas toman un descanso antes de continuar con sus actividades correspondientes las cuales desarrollan hasta que llega las 9 de la noche, hora de volver a sus habitaciones. A las 10 de la noche se apagan las luces en todas las celdas.

El hacinamiento, un problema que dificulta los programas de reinserción

Es innegable el hecho de que por décadas nuestro país ha estado luchando con la falta de espacios y de camas para las personas que están en privación de libertad. En estos lugares aplicar los programas de reinserción social, es casi imposible.

“Nosotros tenemos un déficit de cerca de 9,900 plazas. Casos donde el hacinamiento está en un 162 por ciento; la buena noticia es que este Gobierno ha asumido la construcción de nuevos centros penitenciarios, da seguimiento a la conclusión del centro Las Parras y creó una oficina de apoyo a la reforma penitenciaria”, reveló Roberto Hernández a Panorama.

Según dijo, buscan adaptar-no destruir- la cárcel de La Victoria, donde el hacinamiento supera los límites. Ubicado en Santo Domingo Norte, este recinto penitenciario construido en 1952 para albergar a 1,200 reclusos, en la actualidad cuenta con 6,816 privados de libertad, lo que lo convierte en el más hacinado del país.

“Si tenemos unas 8,700 plazas en Las Parras y que nos pueda dar cerca de dos mil plazas La Victoria con la remodelación, el Gran Santo Domingo habrá sobrepasado el déficit que le dije de las 9,900 plazas. También avanzamos en la construcción de un centro penitenciario en San Juan, que sumará unas 990 plazas, otro en Barahona que agregará unas 500 plazas, la ampliación del centro de corrección y rehabilitación de San Pedro de Macorís, lo cual quiere decir que en un horizonte de unos 18 meses ya se habrá conjurado el tema del hacinamiento y podrá decirse que República Dominicana va a ser el primer país de Latinoamérica que eliminó el hacinamiento”, destacó el titular de Prisiones.

Más allá de la realidad del hacinamiento, que las autoridades esperan corregir, existe un programa arduo para que los privados de libertad conviertan a su favor el tiempo en la cárcel.

Las clases de arte y cultura como baile, canto, teatro, pantomima, imitación y orquesta parte del programa de reinserción social que se aplica en los centros de corrección.

Además, las prácticas de deportes como baloncesto, softball, ajedrez, dominó, gimnasio, futbol, voleibol y zumba, complementan el desarrollo del plan que apuesta al cambio de vida de los reclusos.

“Najayo se ha caracterizado por hacer obras de arte: vestidos, abanicos y demás con material reciclado como revistas, plásticos y materiales que afectan al medioambiente que posteriormente son llevadas a exposiciones externas”, resalta el director de Prisiones.

Desde hace dos años, dentro de esta cárcel funciona un espacio del Infotep, donde imparten cursos de repostería, costura, belleza, accesorios de pelo, maestrías de ceremonias, manualidades y otros cursos que le ayudarán a encontrar trabajo cuando recobren su libertad.

Medio libre, un método de recompensa

Cumplir con los programas de reinserción social y tener un buen comportamiento en el centro de corrección tiene sus recompensas y una de estas es: el Medio Libre.

En Najayo Mujeres las reclusas llevan suéters de diferentes colores lo que indica su condición jurídica: preventivas (verde), condenadas (azul) y medio libre (rosado).

Se trata de un proceso avalado por el juez de ejecución de la pena, quien vela por el cumplimiento de la condena y vigila que se resguarden todos sus derechos al privado de libertad.

“En medio libre tienen oportunidades de visitar a los familiares con un plazo de tiempo y vigilancia, para esto, se realiza un levantamiento del lugar previo a la visita para velar por la seguridad de las víctimas”, detalla el funcionario.

Entre 2023 y lo que va de 2024, se realizaron 2,502 salidas temporales que forman parte del programa de reinserción social, de estas, 1,859 fueron salidas con un fin familiar, 149 con un propósito educativo y 176 laboral.

“Uno les dice a los familiares por teléfono que va para la casa y hasta lo dudan, como conocían a uno con mala conducta, pero cuando uno llega esa gente se vuelven locos; yo ya he ido 17 veces, siempre con custodia, pero hay compañeras que han ido solas; yo he ido por doce horas, me voy por la mañana y regreso en la noche cuando ya todos aquí están acostados, he podido compartir con mis hijos, le he podido celebrar cumpleaños, estar en sus graduaciones, o sea, en momentos importantes”, relata una de las reclusas favorecidas con el Medio Libre.

Un oasis en la cárcel



El Materno Infantil de Najayo Mujeres, fue construido hace unos cinco años para las mujeres embarazadas o en postparto, que tienen alguna medida de coerción o sentencia.

En la actualidad, hay dos niños que están siendo amamantados por sus madres y una privada de libertad embarazada. El espacio está pensado para reducir la carga psicológica negativa que puede generar la prisión en las mujeres embarazadas y en los infantes.

En esta zona, los sábados, las madres reciben la visita de sus niños, quienes no tienen que pasar por la parte interior del recinto penitenciario para llegar hasta allí.

Aunque el esfuerzo de las autoridades por

“Les diría que los humanos pueden cometer errores, pero también se pueden evitar, y que piensen en su familia en sus hijos antes de llegar a este lugar, no porque sea malo, porque cuando usted toma su decisión de cambiar eso es de usted y que lo piensen mejor antes de actuar como yo actué para que no lleguen aquí”.


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